lunes, 27 de diciembre de 2010

Garabatos

Una línea o un punto... un árbol o, tal vez, toda la flora y fauna sobre un desierto en medio de la galaxia más lejana... Sí, lo sé, es bizarro lo que digo. No tiene sentido alguno. No existe relación. No existe... Pero es ése el mundo que busco, el de la rareza, en donde el hecho de vivir en una burbuja no sea algo malo; sea algo normal... en donde pueda expresarme de todas formas, en donde nadie me diga qué hacer ni cómo, en donde nadie más me joda por mi apariencia física o por el simple hecho de ser "diferente" a ti y sentirme como una mierda en un mundo lleno de ignorantes que no me comprenden... Era el hecho de expresarme en todas las realidades posibles y no haya nadie quien me detenga y yo sea el único protagonista. ¿Cuál es mi escenario? Un papel en blanco.

No es un rito extraordinario, como el hecho de salir a caminar, escuchar música o cantar, por última opción; sin embargo,  el hecho de poder crear algo que nadie más puede entender... solo yo puedo hacerlo y, al mismo tiempo, descubrir proverbios de cómo es tu personalidad, tu carácter, en qué es lo que más piensas, tu yo interior, o tu "súper yo"... tus secretos más profundos... Sí, es verdad, una vez mi profesor de semiótica lo dijo en clase, por el hecho de hacer un trazo cuando te dibujas a ti mismo, uno puede saber, incluso, si esa persona ha sido violada o se siente superior o inferior..

Dios, ¿será hombre o mujer? Nadie puede saber o imaginárselo, pero yo sí; puedo crear un retrato de todas las cosas que él(la) ha hecho a través de los miles de años por todo el mundo, para así poder formar "una nueva imagen" en base a lo que dicte mi corazón.

Todos los domingos, para mí, son horribles, porque siempre me estresa pensar en lo que hay que hacer mañana... nuevas tareas, nuevas responsabilidades... la misma mierda de siempre. Pero esos eran, también, los días más esperados, puesto que, cuando estaba solo, mis hojas blancas me acompañaban, creando historias bizarras de personas que nunca existieron.

Todos los domingos podía dialogar conmigo mismo; todos los domingos eran una perdición en otra realidad.





miércoles, 7 de julio de 2010

Sinónimo de vida

Durante el proceso de estos meses he sido testigo de cuánto puede cambiar lo que uno pensaba... de cómo uno va evolucionando poco a poco hasta llegar a ser el mejor, cosa que nunca pensé que pasaría despues de un inicio atroz y de querer tirar la toalla en más de una vez... en como la amistad puede fortalecerse o nacer con personas que nisiquiera pensábamos que podría pasar algún contacto...  en cómo algo que pudo ser el inicio de un gran negocio se desvaneció, pero dejó los rezagos de una gran experiencia para todos los que participamos, en especial yo... Estos solo han sido 6 meses desde que inició el año, pero es increíble la cantidad de experiencias que alguien puede haber tenido.


Esta no es la excepción, puesto que volver a escribir después de 5 meses merece comenzar con algo interesante. Comencemos.


La verdad soy bien flojo para hacer las cosas y, si en este caso, Diego, mi amigo que estudia biología,  no me hubiera llamado para hacer una "obra social" que jamás se me hubiera pasado por la cabeza, hubiera seguido durmiendo en mi cama un sábado como cualquier otro; sin embargo, ya le había prometido que iría así que tuve que hacerlo. Levantarme a las 8 para recoger a mi amigo y llegar a la Agraria a las 9... que flojera por la puta madre, pero fue... ya estaba ahí. Creo que era el único que no era de la universidad, casi todos se conocían y yo estaba perdido, solo me puse mis audífonos y me puse a ver por la ventana cómo el paisaje iba cambiando conforme nos alejábamos de la ciudad.


El camino es largo... llevó algo de hora y media llegar a Pachacamac en donde comenzaría nuestra travesía. El pueblito en donde fuimos recibidos se llamaba "Picapiedra", un nombre fuera de lo común; era un lugar súper alejado, rodeado de desmontes, cerros y un sol de mierda que nos quemaba. ¿Qué íbamos a hacer?... Una pequeña escolta de vecinos que nos recibió -no recuerdo el nombre- y nos guió a una especie de cerca donde habían pequeños retoños de árboles, una pala y dos carretillas. Todos ayudamos a recoger los pequeños árboles y ponerlos en las carretas, delicadamente. Nos mobilizamos hasta el centro del pequeño pueblo y nos dijeron que íbamos a separanos en dos grupos.


- Un grupo irá al cerro y el otro irá a la ciudad en donde los huecos ya están listos para que los árboles sean plantados.


Yo dedicí ir a la cuidad, porque al ver el cerro me desanimó la idea de subir y bajar no sé cuántas veces para plantar así que fui por toda la carretera con otros chicos. 
Creo que éramos solo 5, yo estaba llevando el compost (abono), un pata manejaba la carretilla, una chica ayudaba a que no se caiga la carga y dos o 3 señores estaban con nosotros también.


Llegamos a las primeras casas en donde los huecos ya estaban listos, pero... ¡carajo, eran miles y miles de huecos para solo una casa! El proceso fue el mismo, primero hacer el huequito no tan profundo para que el árbol no esté totalmente tapado, se pelaba, porque era un cilindro de tierra y arriba una pequeña ramita que yacía, era una vaina que tenía que hacerse con mucho cuidado, porque la tierrita que protegía las ramas de los retoños podría desmoronarse; ahora el abono y el agua. En Picapiedra el agua es escasa, cada casa tiene su propio abastecimiento de baldes.


El camino fue largo, yo estaba con la carretilla tratando de que la carga no se caiga porque se balanceaba un poco, el sol de mierda no dejaba de quemar en un verano que era insoportable para nosotros, algunas personas no estaban en sus casas obligándonos a regresar por otro camino... ¡Qué vaina!


Estabamos muertos, trabajando desde hace 2 ó 3 horas y, felizmente, llegaron unas señoras con una jarra de chicha. Todos los niños salieron de sus casas y se amontonaron dejándonos a nosotros últimos... Desde ese momento los niños y adolescentes del pueblito hicieron su aparición, pero ¿ayudaron? No.


Cuando pensé que todo ya había terminado entramos a un lugar enorme lleno de huecos... sí, era un colegio... No había más que hacer, empezamos otra vez. Atrás había una fuente subterránea de agua donde fui a llenar los baldes para regar los retoños, era un poco hondo, tenía que meter todo mi brazo para llenar una botella y recién llenar los baldes. Unas niñas me ayudaban a llenarlas, los niños trataban de llevarlos, mientras que los mayores estaban en la sombra observando cómo nos rajábamos por su pueblito.


El sol estaba cada vez más fuerte y me quería lavar la cara, pero el agua estaba muy sucia como para hacerlo; solo tenía que aguantar. Creo que estando en el colegio yo me la pasé más tiempo recogiendo agua mientras que los demás plantaban los árboles, recogí tanta que creo que al final sobró... pero bueno... ¡ya no habían más huecos!


Exhaustos, fuimos a reunirnos con los demás al cerro. Algunos estaban con la cara sucia o llena de sudor, mientras que OTRO estaba totalmente seco mandando mensajes o tomando fotos... no olvidaré a ese chico de camiseta rosada que fue el primero en estar en la cola para almorzar y fue, también, el primero en subir al bus para regresar... lo más extraño es que él no parecía haber hecho ni un carajo.


Al momento de almorzar nos sentamos en una especie de local sin techo, donde las sillas formaban una "L" horizontal y cada uno esperaba su comida, yo estaba muerto de hambre, porque no había desayunado y más toda la chambaza que tuvimos... la comida estaba muy buena, tanto así que quería repetir... no esperaba que estuviera tan buena, sinceramente. Al momento de comer hubo un silencio, nadie estaba hablando, todos estaban concentrados en su plato. Al terminar, el encargado de que los jóvenes estuviésemos presentes dió unas palabras de agradecimiento, nos regalaron algunas cositas -que por ahí deben estar- y nos despedimos para dejar atrás una pequeña ciudad que, a pesar de que al inicio fue algo trabajoso, que nos recibió con los brazos abiertos y nos despidió igual.


Ahora de regreso a nuestra realidad, Lima la gris.





martes, 29 de diciembre de 2009

Navidad es Jesús


Todos pensamos, o por lo menos esperamos, que la navidad sea una etapa en donde todas las malas experiencias desaparezan. ¿Pasarla en familia? ¡Claro! Regalos, panetón, chocolate caliente, puré de manzana... ¿Por qué todo es material? ¿Acaso esta fecha es solo importante para el vendedor que quiere vender lo "ultimito" en adornos y regalos? ¿cuál es el verdadero significado del 25 de diciembre?

Sé que navidad ya pasó, pero no podía dejar de escribir algo que, para mí, fue algo distinto, porque por primera vez estuve en los zapatos de esas personas que siempre ignoro.

Todo comenzó cuando, en la universidad, se estaba creando una campaña en donde cualquier persona podía participar para formar parte de una colecta navideña para unos niños en Pamplona, la colecta se llama “Navidad es Jesús”. Sinceramente, yo no quería formar parte porque tenía flojera de levantarme temprano para ir al punto de encuentro que no sabía dónde carajo era, pero mis amigas me “motivaron” para que vaya con mensajes en el muro del Facebook y recordaciones en las conversaciones del Messenger. ¡Esta bien, puta madre, iré!

El punto de encuentro fue en San Isidro, llegué con tres amigas de la universidad, nos pusimos nuestros polos, nos dieron nuestras latitas, nuestras estampitas y fuimos al asecho. La idea fue ir por parejas por todo el distrito; eso hicimos. Fui con mi compañera a pedir dinero para los niños pero… ¡¿Creen que fue fácil?! NO. Las caminatas se hacían eternas al tratar de conseguir algo de dinero porque la gente no colaboraba poniendo excusas como “No tengo cambio”… “En otra oportunidad”… “Ya colaboré”… “Estoy apurado”…

-¡Cómo pueden decir que no tienen cambio!
-Jaja, sería mejor que nos digan que no tienen.
-Solo hay que seguir caminando hasta encontrar un grupazo de gente.

-¡Ahí, yatuza!
-¡Ya, tú mismo eres Juan Manuel! ¡Enamora a esa tía y a esa chibola para que te den plata!
-¡Estás huevona! Esa tía tiene cara de poto.
-Puta madre, sí no, no vamos a conseguir mucho y tenemos que estar en el punto a la 1 para el almuerzo.
-Ya fue, súbete  ese carro.
-¿Al micro?
-¡Sí, carajo!



No pensé que alguna vez pediría dinero en los buses, fue una experiencia algo distinta, pero la disfruté.La puerta se abrió; el cobrador nos dio pase con una sonrisa.
-Yo pido de este lado y tu del otro, pero pide despacio para que el carro nos deje en el paradero.
-Jaja, pendeja.


Bajamos diciendole gracias al chofer y al cobrador. No pensé que no les molestaría que entráramos, pero fue genial; la gente nos colaboraba con dos soles o más. Yo hubiera pueto solo diez céntimos. Soy roño, lo sé. Pero de algo estábamos seguros; los micros eran la clave.

-¡Vao, vao! ¡A ese!
-¡Ya sabes! ¡Despacito!
-¡Umf!

Ya era la 1 y teníamos que regresar al almuerzo, pero nos demoramos porque fuimos a recolectar más dinero. No me sentía cansado; estaba motivado porque sentía que estaba haciendo algo que valía la pena.

La campaña fue auspiciada por KFC y otra gaseosa que no me acuerdo porque nos mandaron agua. Llegamos al punto de encuentro y varios chicos de la San Martín ya estaban ahí. Varias facultades estaban unidas para hacer un pequeño grupo muerto de hambre esperando la comida que no llegaba. Empezamos a comparar latitas y WOW las de mis compañeras pesaban más.

-¡Pesa mucho!
-Jaja, es que estoy desde las 11, hijo.
-Yo no dejaba que se vayan sin colaborar, los perseguía hasta que pongan un centavo, por lo menos.
-A mí, un broder me colaboró con diez lucas y yo: ¡Oh my!
-A la muda le colaboraban como mieeeerda, ella no hablaba y pum le daban todo, jaja.


¡Y llegó la comida! Una cajita para cada uno con un puré, un pollo y una botellaa de agua. Obviamente nos quedó chico, así que rifamos las cajitas que quedaron, yo me quedé con el puré.

Terminamos de comer, el plan era irnos a Miraflores porque estábamos seguros que ahí nos iban a colaborar.


¿Cuántos micros tomamos para llegar? Dos. ¿Pasaje? ¡Hablaos!

Fue la primera vez que me pasié por todo Lima sin pagar un solo pasaje, literalmente. Todo era por una buena causa.

Llegamos a nuestro destino pero, puta madre, ¡hay otros chibolos con la misma colecta!

-¿Qué hacemos?
-Seguro son de la de Piura.
-Tenemos que irnos más al fondo.


El calor era intenso, justo ese día el sol de mierda quemaba y quemaba, yo había llevado una casaca que no sabía dónde ponerla; solo quería sentarme un rato. No había tiempo.

-¿Desea colaborar?
-¿Desea colaborar?
-¿Desea colaborar?
-¿Desea colaborar?


Nos cagaron bien feo. Los miraflorinos no querían soltar la plata. Fue una pérdida de tiempo ir hasta allá. Carajo.

-¿Qué hacemos?
-Hay que chapar un micro por todo Benavides.
-¡Ahí está!
-¡Corre!
-¡Puta madre, se largó!
-Tranquila hija, ya vendrá otro.
-Tenemos que irnos, nos quedan 20 minutos para regresar.
-No hay forma de que lleguemos, hay que irnos en combi.
-Ta’ mare.


[Mis pies ya no daban, pero teníamos que llegar. Un último esfuerzo.]

Bajamos en Benavides con Marsano para seguir nuestra travesía, pero el sol, el tiempo y el calor iban contra nosotros.

-¡Súbete a ese!
-Para que nos jale hasta la universidad.
-Maldita sea, los manúbrios están asquerosos.
-¡Qué chucha!


Nuestras fuerzas se agotaban. Íbamos de micro en micro para llegar hasta San Isidro, pero ya no dábamos. Nos sentíamos sucios y cansados. Era la primera vez que hacía algo así y nunca me había puesto a pensar en cuánto tiempo uno tiene que llevar a cabo con persistencia una acción para que resulte, por más simple que parezca, como lo es una colecta.

¡Por fin llegamos! Mi latita pesa un poco más pero, para mi gran suerte, las de mis amigas pesaban más.

-¿Hasta dónde se quitaron?
-Fuimos a Miraflores, ¿ustedes?
-Gamarra.
-¡¿Qué?!
-¡Jaja, alucina! ¡Pero la gente nos colaboraba!
-Jaja, carajo, y nosotros pensábamos que allá la íbamos a hacer.


La colecta fue un sábado de diciembre, no recuerdo cúal, pero la actividad principal fue el viernes 18 de diciembre, yo no pude ir porque justo ese día tuve examen final, pero vi las fotos y fue un éxito.

No es tarde para que tú también formes parte de esto.Tal vez, puedas encontrar, también, el significado de la navidad que yo ya encontré.






martes, 17 de noviembre de 2009

Vicios del ayer


Toda persona tiene un vicio... ya sea el alcohol, las fiestas, compras, sexo, etc; sin embargo, uno de los vicios más antiguos es el del juego, el que, personalmente, se volvió protagonista de mi vida desde muy temprana edad.

1998, era un día sábado, 8 de la noche. Estaba paseando por la avenida Venezuela con mis papás y mi hermana como una simple familia, en ese tiempo, la ludopatñia aún no había tocado la puerta de mi mente, pero ese día fue memorable. Yacía una luz en un stand abierto a los ojos del público un lugar distinto, tenía niños por todo el lugar y máquinas de video. La emoción se apoderó de un niño de 8 años y le pidió el primer sol a su papá, no para comprarse una galleta con chispas de chocolate o una gaseosa Chiki, sino para jugar en su primer videojuego.

Dos semanas pasaron volando y yo solo añoraba regresar una vez más para pasar el tiempo y ganarles a los muñequitos malos. Ese día llegó. Mi papá me llevó a dicho sitio, pero lo habían clausurado. ¿Decepcionado? Sí. Solo quería regresar a mi casa, pero un letetro nos llamó la atención, unas cuadras más abajo. "Nintendo". ¿Qué es eso?

No recuerdo bien qué lugar era, pero se abría paso hasta un pasadizo largo en donde se hallaban unos aparatos extraños y un joven atendiendo. Era algo tarde para mí, las 10 de la noche, pero estaba con mi papá así que supuse que no había problema. El joven nos atendió amablemente y puso un cassette en el aparato que tenía una granura en la parte superior, jaló una manija; yo alcancé a leer algo:"Super 64". 


Desde ese momento, fui un cliente fiel de dicho establecimiento. No había sábado que no vaya a jugar por dos soles la hora. Era divertido pasar ahí el tiempo sin las preocupaciones que tenía en aquella época. Algo nuevo llegó. PlayStation. No sé cómo funciona. Probemos. ¡Los juegos ya no son cassettes! ¡Son discos!

Gracias al adelanto del nuevo aparato y a los nuevos juegos, descubrí mi favorito de todos los tiempos: Bust and Move. Era algo distinto, no se tenía que matar a nadie, simplemente tenías que bailar para acumular puntos y que la cámara te refleje, tienes poderes, pero no matas a nadie; es una competencia limpia en donde solo mandan la estrategia y el manejo de los comandos "X" ,"O" triángulo, rectángulo, arriba, abajo, izquierda y derecha.

Nuevos juegos, consolas, comandos, mandos... todo ha ido evolucionando hasta lo que conocemos hoy como realidad virtual; sin embargo, nunca olvidaré esos momentos en donde "la vida era un juego". Actualmente, ya no estoy apasionado por ello, nuevas prioridades han surgido en mi vida, pero las épocas de Crash, Aladino, Mario Car... seguirán en mi pequeño cofrecito que mantengo en mi memoria.





Spot de radio

Spot de radio by jamo

domingo, 15 de noviembre de 2009

S.O.S.


-No sabía qué demonios estaba pasando, yo estaba en el carro y veía por las calles gente corriendo, gritando y rezando en las veredas. No sabía…
-Estaba dictando clases y me importó un carajo, los dejé en el salón y me fui corriendo, es que, hijo, tú sabes lo nerviosa que soy.
-Vi unas luces en el cielo, no sabía que carajo era, solo estaba preocupada por correr.
-Estaba preocupado porque no podía llamar a mi casa para saber si estaban bien ¡los celulares estaban muertos!






Un día de clases cualquiera, en donde uno lamenta no haber encontrado cupo en la tarde para todos sus cursos. Era verdad, me había matriculado tarde y tuve que llevar el curso de Lengua II a las 6 de la tarde los miércoles y viernes, pero no era tan malo como yo pensaba porque tuve la “suerte” de pasar una experiencia en la universidad que muchos envidiaron.

Clase de… la verdad no me acuerdo, estaba tan aburrido que me estaba quedando dormido en la mesa, mientras dibujaba en mi cuaderno la profesora seguía con los grandes misterios de la sintaxis y el análisis morfosintáctico, pero, de repente un movimiento telúrico se hace protagonista de la clase dejando de lado los rostros de aburrimiento y cansancio y las miradas de miedo y confusión se apoderaron del momento.

-¡Qué pasa!
- No te preocupes, pasará en un momento.  


[El movimiento seguía y se hacía cada vez más fuerte]

- No para... ¿por qué?
-¡Juan Manuel, tengo mucho miedo!
- Tranquila, tranquila, vayamos al pasillo, verás que todo ya habrá pasado.  


[Los demás alumnos estaban saliendo de sus aulas preocupados y extrañados de que el sismo dure tanto]   

-¡No deja de temblar y estamos en el quinto piso!
-Esta bién, entremos y saquemos nuestras cosas rápido.


Mientras nos disponíamos a sacar nuestras cosas la profesora ya se había ido y veía con indignación a un huevón parado en una mesa gritando como si todo se tratara de una broma.. lo era, tal vez, para él.  

-¡Baja, pero despacio!
[¿Me hizo caso? No.]
Carajo, te estoy diciendo que despacio!    

... 


Los pisos eran interminables, mientras baja uno sentía que todo se movía muy fuerte. Todos nos empujábamos para llevar al primer piso. El edificio de talleres era un caos, la gente salía gritando y corriendo mientras que las lunas amenazaban con caerse por las fuertes vibraciones. El miedo se estaba apoderando de todo.

Por fin llegamos al primer piso. Todas las personas estaban atentas a las lunas porque ese era el aviso de que el movimiento se había terminado. Estas seguían moviéndose.
  

[¡Mierda, dura demasiado!]

Mi amiga se puso a llorar y yo la abrazaba diciéndole que todo ya iba a terminar. Las lágrimas querían escaparse de mis ojos, pero no podía demostrar eso porque necesitaba ser fuerte. Las lunas pararon. El sismo terminó.

Tenía que ir a mi casa para tener la seguridad de que todo estaba bien.  Al momento de salir el mar de estudiantes se apretujaba por el marco de la reja porque los vigilantes revisaban absolutamente todo.

Corrí, literalmente, a mi casa. Todas las personas estaban afuera de sus casas preocupadas y con los celulares en la mano. Llegué, pero no encontré a nadie.

Los medios explotaban por la noticia de que el epicentro había sido la cuidad de Pisco. Los reportajes de unos chicos que grabaron el momento del terremoto en su departamento en no sé qué piso barría con todos los reportajes en Youtube, Jessica Tapia me tenía harto repitiendo lo mismo una y otra vez; pero aún no llegaba nadie.
Al fin llegaron. No les pasó nada, felizmente.



Fue algo extraño e inusual. Mi primer terremoto en el quinto piso de mi facultad.


En búsqueda de un renacer


La llegada de un hijo siempre despierta alegría y esperanzas. Hace 13 años una humilde familia de Mala trajo al mundo un niño; el embarazo fue tórpido y daba la impresión de que algo no estaba correcto. Luego del nacimiento, el niño fue sometido a evaluaciones médicas y los profesionales determinaron el diagnóstico: Displacia Renal Bilateral; esto quería decir que los riñones no se habían formado bien y eran más pequeños de lo normal. La madre fue advertida que habría que un problema a futuro que dependería de la mala función renal. Los riñones extraen de la sangre los diversos tóxicos sólidos que se forman en el cuerpo como resultado del trabajo o metabolismo de las células y los tejidos; luego, los elimina a través de la orina y el individuo conversa la salud, si esto no es así, entonces, el individuo llega a grados de intoxicación severa y puede morir en una Insuficiencia Renal Terminal.

Por cierto, la familia realizó denodados esfuerzos para mantener la salud del niño y a partir de los 7 años comenzaron a realizar el procedimiento médico denominado Diálisis empleando una máquina electrónica denominada Riñón Artificial para extraer de la sangre los principales tóxicos, como la urea y la cretinina y, permitir vivir al niño en condiciones más o menos equilibradas.


Actualmente se encuentra en un Programa de Homodialisis tres veces por semana, para lo cual deben viajar a Lima las veces mencionadas. La pregunta es: ¿Hasta cuándo podrá la humilde familia mantener este ritmo de gastos para venir a la capital? ¿Por qué no existe en Mala algún centro especializado para atender a los más humildes?

A pesar del importante esfuerzo de nuestras autoridades de Salud, en el Perú. Existen aún carencias de ayuda directa para casos como los que comentamos. Una buena idea sería contar con un “Sistema de Aseguramiento Universal” a través del cual toda persona, sin exclusión, podría ser beneficiada en atenciones de Servicios de Salud sin tener que pagar, cuando no pueda hacerlo.

La solución para este caso es un transplante renal. Habría que encontrar riñones compatibles con el niño para que su sistema inmunológico no lo rechace; esta tarea no es fácil pues en el interior de la Hemodialisis podría ocurrir una infección con algún germen peligroso como la Pseudomona o la Klebsiella, que son muy resistentes a las terapias antibióticas y, por lo tanto, podrían causar la muerte del pequeño.

Si estuviéramos en un país con grandes posibilidades económicas, este niño ya estaría internado en un ambiente muy limpio y aséptico con su terapia, su refuerzo nutritivo y el cariño del personal que lo atiende. Estaría en un compás de espera hasta encontrar el riñón compatible para ser transplantado evitando en él todos los movimientos de ida y vuelta que lo van deteriorando día a día… Esto es un sueño… una expectativa. Pero, reaccionando y ubicándonos en nuestra realidad, en todos los lugares existen entidades privadas que pueden realizar filantrópicamente estas acciones que benefician a la comunidad. Las autoridades deben colaborar en la búsqueda de aquellas pues ellos tienen los medios y las posibilidades para hacerlo; a veces falta la decisión que la emergencia obliga a realizar; en los ambientes públicos y privados, de Salud, debería haber profesionales, o personal, que identifique estos casos dramáticos para empadronarlos y comenzar la ayuda inmediata… Esto es un sueño… una esperanza.


Los dramas son cotidianos y nosotros, que vivimos y estudiamos en determinado lugar, los vemos permanentemente; pero, imaginemos lo que estará pasando en estos mismos momentos en aquellos lugares en donde todavía no han llegado los profesionales y las curaciones y/o terapias se realizan rezando al mítico Sol y empleando únicamente hierbas supuestamente medicinales para solucionar los problemas de salud. Esto puede ayudar, pero estamos seguros que no solucionan al 100% el problema; entonces, la gente abandona a su propio destino. Calla y espera lo inexorable e inevitable.

Todo esto va también en función de que la tarea de los comunicadores es trascendente. ¿Por qué? Porque con nuestro trabajo podemos sensibilizar a todas aquellas personas que de alguna manera puedan participar en este tipo de actividades que no tienen la culpa de haber nacido pobres… Ellos también quieren vivir para aportar a nuestra comunidad.

Gracias por leer : )

Se le agradece.